Fue amor a primera vista, llegué a Cartagena una mañana de mayo hace ya varios años, sin más expectativas que disfrutar unos días de playa. Apenas salí del aeropuerto, el sol Caribe llenó todos los espacios, acompañándome en mi trayecto hacia mi hotel, en la icónica ciudad amurallada.
Cartagena es una ciudad portuaria ubicada al norte de Colombia repleta de memoria. Lo sientes desde que la pisas y la ves, custodiada por fortines y castillos que se erigieron como la principal obra de arquitectura militar de América durante la época colonial.
Centro de Cartagena. La Ciudad Amurallada
Torre del reloj, Plaza de los Coches y el Portal de los Dulces
Ciertamente, el solo hecho de entrar ya es un privilegio, lo primero que encuentras es la Torre del Reloj, que, según la BBC de Londres, es una de las cinco “Clock Towers” más bellas del mundo
La torre está en uno de los puentes de entrada que desemboca a la Plaza de los Coches, todo es bullicio y color allí. Apenas entras, sientes que estás en otro tiempo, por una parte, están las vendedoras de frutas, mujeres corpulentas que, fieles a su estampa afrocaribeña, visten turbantes y trajes típicos y, por otra parte, los cocheros que ofrecen paseos por el centro histórico en sus carretas tiradas por caballos.
A un costado de la plaza, está el Portal de los Dulces, imagínate una cuadra entera con una deliciosa exposición de la repostería criolla, manufacturas a base de coco, tamarindo, plátano e inclusive de leche, es tal la variedad y tan pintoresco el escenario no hay forma de pasar de largo sin probar algo y seguir el recorrido para aventurarse por el entramado de callejuelas adoquinadas repletas de comercios y vendedores ambulantes dignos de una postal.
La plaza Santo Domingo

La música a lo lejos te envuelve y te guia hasta la Plaza Santo Domingo, el lugar más popular del casco amurallado. La tentación de quedarse un buen rato es mucha. Mesas al aire libre, restaurantes y cerveza helada, te invitan a saborear un Caribe estrechamente vinculado con su cultura e identidad.
Grupos de danza y cantantes de música popular completan esta experiencia que tiene como telón la antigua iglesia Santo Domingo.
En esta plaza se encuentra la icónica Gorda Gertrudis una escultura del maestro Fernando Botero. La tradición dice que si tocas sus pechos tendrás relaciones amorosas duraderas.
Las murallas de Cartagena

Las murallas de Cartagena, que fueron concebidas con el fin de protegerla de las continuas aproximaciones hostiles, son ahora el símbolo de la ciudad heroica y un paseo hermoso para ver el sol ocultarse en el mar Caribe.
Declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad, ha resistido los ataques de los invasores, del tiempo y la naturaleza por más de 400 años.
El Castillo San Felipe

Después de la ciudad amurallada, puedes visitar el Castillo de San Felipe de Barajas, una impresionante fortificación ubicada en la colina de San Lázaro.
En su interior, podrás recorrer sus túneles, galerías y plaza de armas en un viaje sobrecogedor a través de su historia. En la parte más alta, la Batería del Hornabeque, ofrece unas vista increíbles del mar y la ciudad, las mismas que tuvieron los soldados encargados de su custodia.
Getsemaní





En la última década, El barrio Getsemaní se reinventó para convertirse, según la revista Forbes, en “uno de los 12 barrios más cool del mundo”. Este barrio otrora olvidado es ahora una vibrante galería de arte urbano que narra su historia a través de los grafitis que visten sus paredes.
Si comienzas a recorrerla partiendo del Centro de Convenciones Julio Cesar Turbay Ayala, entraras en la Calle Larga, sus bares, tiendas y restaurantes están enmarcadas en un ambiente bohemio y auténtico donde te enamora cada milímetro de uno de los epicentros de la vida nocturna de Cartagena.
Las playas de Cartagena
A mi espalda, Boca Grande Cartagena Barú Islas del Rosario Playa Blanca
Tres cuartas partes de Cartagena están bañadas por el mar Caribe, de manera que hay playas para escoger donde disfrutar del clima soleado y la brisa marina.
Cerca del área hotelera están Bocagrande, Castillogrande y el Laguito, siempre muy concurridas debido a su cercanía a los hoteles y condominios. Sus arenas son obscuras y hay un sin fin de chiringuitos para comer.
Vale la pena hacer el camino de poco más de una hora en carro para visitar las playas de la isla de Barú, como Playa Blanca y Cholón, de arenas blanquísimas, aguas tranquilas y mucha vegetación.
Otro paseo imperdible son las Islas del Rosario a menos de dos horas en bote. Sus aguas cristalinas de tonalidades turquesa son un un verdadero paraíso.
Por todo esto, visitar Cartagena una vez no basta, siempre queda el anhelo de volver una y otra vez a este destino mágico lleno de contrastes que supo conjugar el pasado y el presente sin perder su identidad.
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